108. Mi camino
Stefanos
Ella todavía estaba en mi regazo, sus brazos alrededor de mi cuello, su corazón acelerado contra mi pecho… pero algo dentro de ella ya se había ido.
Sus palabras aún resonaban en mi mente.
"Era hermano del Supremo".
El impacto de aquello me atravesó como un golpe seco. No era solo sobre ella. Era sobre todo lo que eso representaba.
El linaje. El secreto. La Diosa. Y la mentira que flotaba sobre todas las manadas hasta ahora.
Mi mandíbula se apretó. Mi lobo gruñó, bajo y tenso, dentro de mi pecho.
Sin decir nada, pasé un brazo por debajo de sus piernas y la senté con cuidado sobre la cama, como si estuviera hecha de cristal. Me levanté enseguida, caminando por la habitación mientras intentaba encajar todas las piezas.
"Tendrás que contármelo todo ahora", dije, de espaldas, la voz firme. "Sin rodeos. Sin metáforas. Y sin más silencio".
Me giré, los ojos fijos en los suyos.
Ella me encaró, sorprendida por el tono.
"Stefanos…"
"No como tu Alfa", corté antes de que ella retrocedie