Pensando que está vivendo o melhor momento de sua vida por herdar a empresa do pai, estar noiva do homem que ama e ter descoberto uma gravidez muito desejada, Ava Smith vê seu mundo desmoronar ao descobrir um segredo sombrio do seu noivo. Esse segredo não apenas abala seu mundo perfeito, mas também coloca sua vida em risco. À beira da morte e sem saída, o destino intervém, colocando-a nas mãos de Hector Moreau, um empresário frio, calculista e ambicioso. Conforme convive com Hector, Ava começa a desenvolver sentimentos por ele, mas também percebe que está envolvida em um plano audacioso. Diante de todas essas revelações, Ava entende que precisa fugir, antes que se veja presa a Hector para sempre…
Ler maisDespués del asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero de la corona austriaca, en Sarajevo (junio de 1914), por parte de una organización nacionalista serbia "Mano Negra". Austria quiso aprovechar la oportunidad para acabar con Serbia, en esta política la apoyo Alemania. Entonces Rusia declaró la guerra a Austria, mientras Alemania lo hacía a Rusia y Francia.
Rusia mandó fuerzas para detener a Austria y a Alemania dentro y fuera del Campo de Batalla.
Nadezhda y Vladimir salieron de Moscú por órdenes del Zar Nicolás II, con órdenes explícitas para averiguar información crucial en tierras enemigas, para las fuerzas aliadas que estaban en batalla, eran espias del gobierno y desde muy pequeños fueron entrenados para ese trabajo.
Ellos tenían mucha historia juntos, no solo eran compañeros, eran amigos, eran amantes y confidentes.
Al ser espías no les permitían amar, eso estaba fuera del sistema, pero nadie en este mundo mandaba en los sentimientos y ese sentimiento había nacido entre ellos hace ya mucho tiempo.
Estuvieron en Austria desde septiembre de 1914, ese mismo instante empezaron su trabajo pero al comienzo fue difícil infiltrarse en las filas enemigas, podían ser descubiertis, entonces tuvieron que analizar todo tipo de probabilidad hasta que recién Nadezda lo consiguió el mes de diciembre de 1914 poco antes de Navidad, ella había logrado infiltrarse en el cuartel general Austriaco, sin ser notada, escuchó una conversación entre dos soldados alemanes, uno de ellos era el capitán Bastian Scheider, la conversación trataba sobre una importante reunión que se llevaría a cabo, en las afueras de la ciudad esa misma noche, después de escuchar salió apresurada del cuartel en dirección del discreto alojamiento en el lugar más discreto de Viena donde se encontraría con Vladimir esperando noticias de su compañera las calles estaban rodeadas de soldados y policías, pedían papeles a todos los que caminaban a esa hora, Nadezhda caminó con cautela para pasar desapercibida podía ser descubierta y mataría a todo lo que se le interpusiera, sin excepciones, eso podía llamar la atención así que debía tener mucho cuidado.
Unos veinte minutos después, por fin llegó al alojamiento sin ser vista, subió las gradas de caracol hasta un cuarto que quedaba al final de las escaleras y abrió la puerta, Vladimir estaba echado en cama, la vio se puso de pie y ella corrió a abrazarlo.
-¿Pudiste averiguar algo? - preguntó, mientras la tenía en brazos.
-Sí -miro a los ojos de Vladimir -está noche, habrá una reunión para intercambiar información a las afueras de la ciudad, se lo escuché a dos militares en el cuartel uno de ellos era Bastian Scheider.
-Tenemos que ir, esa información es crucial para nuestro gobierno y para el frente.
-Lo sé... Bastian Scheider estará presente, él es el estratega de las batallas.
-Es nuestro pez gordo - respondió Vladimir con una sonrisa después tomó del mentón a Nadezhda y con posesión la beso.
Nadezhda sentía amor absoluto por Vladimir o eso era lo que pensaba ya que no conocía muy bien el sentimiento llamado "amor" jamás lo había vivido o sentido pero Vladimir para ella era todo lo que quería y deseaba.
El beso pasó a ser más potente, sé perdieron en un torbellino pasional que estaba prohibido bajo los ojos del decálogo de un espía pero en esas cuatro paredes solo estaban ellos sin pensar en lo que pasaba allá afuera.
Más tarde, se prepararon para ir al punto de encuentro de su misión, ya era de noche y no había mucha gente en las calles, ahí era más fácil pasar desapercibibidos, una hora después llegaron a las afueras de la ciudad y esperaron ocultos hasta que observaron como el capitán Scheider y otros militares se reunían.
-Acerquémonos más para escuchar mejor...-susurro Vladimir, Nadezhda asintió con la cabeza, después empezaron a caminar despacio, ocultándose entre los arbustos para no ser escuchados, ni descubiertos para así poder escuchar lo que hablaban los soldados austriacos y alemanes, observaban como intercambiaban documentos, pero aunque intentaban escuchar la conversación, si no se acercaban más era muy difícil hacerlo, puesto que los soldados hablaban entre susurros.
Nadezhda se acercó lo más que pudo, observó mejor y reconoció fácilmente al Capitán Scheider, esta mañana se había topado con él cuándo ingresaba como "visita" al comando Austriaco.
Bastián era alto, buen mozo, ojos grandes azules muy claros casi blancos, el cabello castaño claro y el uniforme se le pintaba muy bien al cuerpo.
Nadezhda, esa mañana había escuchado la conversación de está reunión de boca del propio Scheider, ella había coqueteado con él, mientras la miraba con aires de conquistador hablaba con un suboficial y ella escuchaba todo haciendo su trabajo.
Un ruido hizo volver a Nadezhda al presente ¡Crack! Alguien había pisado una rama o algo parecido, ella tembló al darse cuenta que los soldados habían dejado de hablar y sacaban sus armas, empezaron a buscar dónde provenía el sonido, hasta que los ubicaron con la mirada directamente dónde estaban ocultos. Vladimir se dió cuenta y empezó a buscar una salida pero sé encontró a otro soldado que se había acercado sigilosamente a ellos apuntaba su arma directamente a su cabeza.
Él no lo pensó, tan solo actuó, empujó al soldado con fuerza, mientras caían al piso gritó.
-¡Corre, que no te vean! - ordenó con los ojos puestos en ella, Nadezhda empezó a correr con dirección al bosque, estaba nerviosa y asustada, no sabía que le sucedería a Vladimir en manos enemigas pero no podía comprometer su posición.
Escuchó disparos pero no paró, sintió como una bala rozaba su manga, sin hacerle ningún daño más que rasgarle la ropa pero la oscuridad de la noche le ayudó a mimetizarse entre los árboles y evitó a que los soldados tengan buena puntería, unos segundos después encontró un árbol muy alto y decidió trepar en el, cuando llegó a la cima intentó taparse lo mejor que pudo con las ramas y las hojas, su posición le permitió observar la escena, habían atrapado a Vladimir y lo tenían acorralado.
¿Qué podía hacer? Estaba asustada, desesperada, confundida y frustrada, sabía que sí corría a ayudarlo, moririan ambos, muy a su pesar no podía hacer nada, tenía una misión que cumplir, si uno moría el otro debía seguir con la misión.
Siguió oculta intentando pasar desapercibida. Su desesperación era tal, al seguir observando, que lágrimas corrieron por su rostro, eso no era correcto pero no lograba manejar sus sentimientos, sabía que era fría y calculadora pero en estos momentos era completamente imposible ser indiferente, apretó el árbol con fuerza, mientras observaba como Bastián Scheider sacaba su arma y descarga el cartucho entero en la humanidad de Vladimir ella tapó su boca para callar un grito ahogado que le salía de su pecho, mientras millares de lágrimas salían de su ser. Después de un momento pararon los disparos y escuchó al capitán gritar a los soldados.
-¡Este ruso no estaba sólo, estaba con otra persona! -tomó del brazo al soldado que Vladimir atacó- ¿Viste quien lo acompañaba?
-No señor, parecía un hombre más delgado, la noche no me permitió ver su rostro, intenté perseguirlo pero la obscuridad no me permitió seguirle el pasó.
Bastian estaba molesto, a sangre fría y sin pensarlo dos veces descargó dos disparos en la cabeza del soldado que cayó con un golpe seco a los pies de Vladimir.
-¡Busquen al otro espía! - gritó furioso - o seguirán la misma suerte de este imbécil...
Los otros dos soldados buscaron por todo el campo pero no dieron con Nadezhda que se camuflaba cada vez que pasaban con las hojas y las ramas del árbol, la noche la ayudaba a pasar desapercibida. Un tiempo después los soldados volvieron con las manos vacías, se notaba que tenían miedo a la actitud de Bastián pero igual le comunicaron que no pudieron encontrar al otro espía ruso, el capitán lanzó su gorra al piso, lleno de ira y molestia.
-¡Inútiles! - chillo -¡Vámonos, ese espía debe ya estar lejos!
Se dirigieron en dirección a la carretera de tierra y se perdieron entre los árboles.
Nadezhda se quedó petrificada sobre el árbol por un largo tiempo después de que ellos se habían ido, tenía miedo que volvieran y dieran con ella. Un tiempo después sé dió cuenta que no volverían, bajó del árbol y corrió al lado del cuerpo inerte de Vladimir.
Lloró con desesperación, aunque le habían enseñado a ser fría y alejar sus sentimientos, el dolor era más fuerte que cualquier precepto, le dolía ver a su compañero, a su amigo, a su amante, frío y sin vida. Sus gritos hacían eco en el fondo de la nada de aquel bosque.
-¡Te vengaré! - exclamó mientras su tristeza se volvía irá -¡Te lo juro!
Había decidido ir tras Bastián Scheider, le haría pagar con su vida la muerte de Vladimir, ésto ya no era sólo trabajo, se había convertido en algo personal.
— Pode me ajudar com aquelas caixas? — Estelle pergunta, ajeitando os cabelos presos de forma desajeitada enquanto segura a tampa de uma das caixas abertas no novo apartamento.— Claro, amor — responde Mark com um sorriso carinhoso, já se aproximando para ajudá-la.O novo lar dela ficava exatamente ao lado do dele, algo que parecia simples, na prática, mas que para Mark era quase simbólico: ela estava cada vez mais perto, não apenas fisicamente, mas da vida que ele sonhava dividir.Eles passam as próximas horas montando móveis, encaixando prateleiras, carregando sacolas e rindo entre tropeços e instruções mal interpretadas do manual. Quando finalmente colocam o último parafuso da mesa de jantar, já passava de onze e meia da noite.— Acho que já chega por hoje — Mark comenta, respirando fundo e limpando o suor da testa com a manga da camisa.— Concordo. Estou exausta — ela sorri, sentando-se no chão com as costas apoiadas na parede.— Vou pedir alguma coisa para a gente comer — ele diz,
— Oh, David… você tem noção do que está fazendo? — ela pergunta, visivelmente nervosa, como se quisesse protegê-lo de si mesma.— Tenho sim.— Eu não acho que isso vá dar certo… olha para você! É um homem rico, importante, com uma vida completamente diferente da minha. E eu? Sou só uma mulher que precisa trabalhar dobrado para ajudar os pais e cuidar dos irmãos pequenos.— Você é uma mulher forte, determinada e... de alguma forma, conseguiu fazer algo que ninguém jamais fez: prender minha atenção. Pérsia, eu te acho incrível. E quero muito descobrir como é ter alguém como você na minha vida.Ela baixa o olhar, hesitante, apertando as próprias mãos com os dedos.— Mas… e se isso não der certo?— E se der? — ele rebate, com um sorriso confiante. — Vamos pensar positivo, tudo bem? Eu nunca estive em um relacionamento antes, nunca me abri assim para ninguém, mas com você, eu quero tentar. E quero fazer tudo do jeito certo.Ela o encara com os olhos brilhando, dividida entre o medo e a espe
Após ouvir o conselho do pai, David percebe que não podia mais esperar que as coisas se resolvessem sozinhas. E, no fundo, também não queria. Algo dentro dele havia mudado, uma urgência, uma coragem que há meses estava adormecida.Ele pega o notebook que costuma usar para trabalhar em casa, acessa o sistema da empresa e localiza o endereço residencial de Pérsia. Sabe que aparecer de surpresa, ainda mais à noite, pode assustá-la. Talvez ela diga coisas que ele preferia não ouvir. Mas, ainda assim, estava disposto a arriscar. Depois de tantos meses de silêncio e autocontrole, a tortura emocional que se impôs só lhe prova uma coisa: ele não pode mais adiar o inevitável.Assim que encontra o endereço e o número da casa, anota num pedaço de papel e o guarda no bolso. Depois, se veste depressa e sai de casa com passos apressados.— Filho, aonde vai a essa hora? — a voz de Rafaela o surpreende no jardim, fazendo-o parar por um instante.David se vira com um brilho diferente nos olhos.— Vou
E assim os dias passaram… dias que viraram semanas, e semanas que se transformaram em meses.Todo e qualquer contato com Pérsia passou a ser estritamente profissional. Ela entrava em sua sala com relatórios em mãos, entregava análises detalhadas sobre os clientes, sentava-se ao seu lado para revisar contratos e mesmo assim, entre eles, não havia uma única palavra além do necessário.Nenhum desvio. Nenhuma lembrança. Nenhuma brecha.Era como se nada tivesse acontecido.Mas havia acontecido e aquilo o corroía em silêncio, apesar do tempo.O que mais doía em tudo aquilo era a maneira como ela conseguia ser fria. Como se ele fosse apenas mais um rosto entre tantos com quem ela precisava lidar. E, por mais que a vontade dele fosse atravessar aquela muralha que ela construiu entre os dois, o seu senso de respeito e talvez o medo de afastá-la de vez o mantinha imóvel.Em mais uma noite, ao chegar em casa após um dia exaustivo, David tomou um banho demorado, na tentativa inútil de lavar da pel
Sem entender que tipo de brincadeira David estava tentando fazer, Pérsia puxa o braço de uma vez, rompendo o toque bruscamente.— O que você faz com as suas lembranças, não é problema meu! — rebate, com a voz trêmula.— Você está me provocando de propósito, não está? — ele retruca, com um sorriso torto que mais parece uma tentativa de esconder o nervosismo que sente.— Estou tentando sobreviver, David — responde, e pela primeira vez, o chama pelo nome, fazendo-o engolir seco. — Você pode voltar ao seu mundo milionário e confortável, mas eu… bem, eu não tenho esse privilégio.O silêncio que se instala é pesado, como se o ar tivesse engrossado ao redor deles. David observa sua expressão rígida, quase impassível, mas ele já viu mais. Por trás daquele autocontrole, ainda reconhece a mulher que tremeu em seus braços.— Pérsia… — ele sussurra, agora com a voz mais baixa, quebrada. — Se você está arrependida, me diz.— Não estou arrependida — ela responde depressa demais, e na mesma hora des
Pela manhã, David chega ao escritório com os nervos à flor da pele. Não dormiu direito e, por mais que tentasse, não conseguia tirar Pérsia da cabeça. Aquela estagiária, com seus cabelos cacheados e olhos desafiadores, estava atrapalhando sua paz.— A Pérsia já chegou? — É a primeira coisa que pergunta, assim que se depara com sua secretária.— Bom dia, senhor Smith. Sim, a senhorita Pérsia chegou há alguns minutos — responde com um sorriso profissional.Ele lança um olhar rápido para a mesa onde ela deveria estar, mas o lugar está vazio.— E onde ela está agora?— No almoxarifado, organizando alguns documentos.Ele respira fundo, já impaciente.— Mande-a vir à minha sala. Imediatamente.Sem esperar resposta, entra em sua sala, fecha a porta com mais força do que o necessário e caminha até a janela, tentando conter o sentimento que o dominava. Afrouxa a gravata e tira o paletó, sentindo o suor escorrer pela nuca, um contraste incômodo com o frio daquela manhã nublada.Era ridículo est
Último capítulo