La ciudad nunca dormía, pero en ese momento, para Alexander, el mundo parecía congelado en un instante de puro caos. Las palabras de Halcón 2 aún resonaban en su mente como una campanada de alarma imposible de ignorar: *Ricardo ha cambiado de objetivo. Está yendo por Aurora.*
El rugido del motor del vehículo en el que viajaba apenas podía competir con la tormenta de pensamientos que invadían su mente. Cada segundo que pasaba era un recordatorio cruel de lo que estaba en juego. Había subestimado a Ricardo, había caído en su trampa, y ahora alguien más podría pagar el precio por su error.
Pero lo que más lo consumía era que ese "alguien más" era Aurora. Y aunque no quería admitirlo, la idea de perderla lo desgarraba de una manera que ni siquiera la muerte de Lilian había logrado hacer.
—Acelera —ordenó al conductor con una voz que contenía toda la autoridad que pudo reunir. Pero en el fondo, sabía que incluso con toda la velocidad del mundo, podría no ser suficiente.
La oscuridad del c