El silencio fue roto por una risa grave y auténtica de parte del señor Víctor, quien parecía cómodo y hasta feliz ante la mención de su primera esposa.
La expresión de Dante se suavizó debido a la reacción de su padre.
—¡Ese collar! —contestó alegre—. Lastimosamente no fue a mí a quien le heredaron esa hermosa pieza de joyería —miró a Dante, sonriendo con complicidad.
Él rió apenas, con calma, se levantó de su asiento y llevó la mano al bolsillo trasero de su pantalón negro. El suéter del mismo color de cuello alto con mangas largas, ceñido a