HARPER
La luz del ascensor se volvió más blanca. Mis manos temblaban tanto que apenas lograba sostener mi cartera mientras me aferraba al barandal lateral. Todo parecía girar a mi alrededor.
Alcancé a ver las puertas abriéndose; quería salir, pero mis pies parecían estar clavados al piso. Luego, solo sentí unos brazos que me levantaron y me cargaron fácilmente.
Cerré los ojos un momento, cegada por las luces en el techo. Empecé a escuchar voces y pasos, cada vez más fuertes y claros.
Abrí los ojos al sentir la silla en la que me dejaron sentada con cuidado.
—Harper… ¿Harper, estás bien?
Pestañeé lentamente al escuchar esa voz familiar, intentando enfocar mi mirada y controlar la respiración.
—¿Grace?... —mi voz fue apenas un susurro.
—Sí, mi niña, soy yo —contestó ella con esa voz dulce— ¿Cómo te sientes? ¿Quieres que llame a emergencias?
Tomé su mano y negué.
—No, estoy bien.
Ella me abrazó. Su perfume a lavanda me dio cierta tranquilidad.
Grace es la secretaria de mi padre; lleva añ