Nadie toca a mi cachorrito
Bruno atrapó los rojos labios de Rafaela en los suyos, volver a tenerla entre sus brazos la noche anterior, no había calmado sus ansias por tenerla de nuevo, solamente había avivado si intenso deseo por ella

El Alfa recorrió el asiento del auto hacia atrás y sentó a su luna a horcajadas sobre el

¡Bruno! ¿qué haces? estamos estacionados afuera de la mansión Almanza, ¿qué tal si nos ven?. - Rafaela susurraba apenas, las caricias del lobo la tenían en éxtasis

No me importa, eres mi luna y me quiero enterrar en ti...

Bruno sacó sus garras y rompió el costoso vestido de su luna por la espalda, dejó un fino rasguño que sabía desaparecería en poco tiempo, con una filosa garra rompió sus pantis y sin más le penetró atrayendo con sus manos las nalgas de la mafiosa hacía su polla

La temperatura del coche ardía, los besos y los jadeos parecían no terminar, hasta que el Alfa llevó al orgasmo a su luna, haciéndola gemir su nombre y el liberó el suyo en un gruñido

Los amantes se quedaron así unos mi
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