184. EL HOMBRE DEL LAGO
TRINITY
—¿Nena, falta mucho? —le preguntaba cada vez más angustiada a mi hija.
—No sé, pero es por aquí…
—¡Espera, Scarlett, no me sueltes la mano! —exclamé entre dientes, persiguiéndola a través de la capa de nieve que cubría el bosque.
Esto era una locura, la peor que se me había ocurrido, ya me estaba arrepintiendo y mucho.
Nuestros pasos nos llevaban cada vez más lejos de la cabaña, comencé a preocuparme por los animales salvajes de estas tierras y la caída de la noche.
Me juré que avanzaría solo un poco más y, si no dábamos con el objetivo, me la llevaría a rastras, así llorara y pataleara.
Esperaba que esa magia no le hiciera nada al cuerpo de Scarlett.
—¡Es allá adelante! —de repente me dijo, jalándome con todas sus fuerzas, queriendo correr, y eso hicimos.
Ambas corrimos con premura, lo mejor que las capas abrigadas nos dejaban movernos.
Salimos a los lindes de la arboleda, que se abrió a un inmenso lago semi congelado.
—¿Aquí? —murmuré, no muy convencida.
Hasta donde mis ojos