C291- LA DESPEDIDA DE UN LOBO.

Ashley descansaba sobre el pecho de Drakos, escuchando el ritmo constante de su corazón bajo su mejilla. Sus dedos trazaban círculos perezosos sobre su piel, siguiendo el contorno del tatuaje en su pecho, el que lo unía a ella.

—¿Cómo crees que será el bebé?

Drakos sonrió y, con un dedo, le levantó el mentón para mirarla.

—Fuerte como su madre —susurró—. Y perseverante como su padre.

Ashley sintió cómo el corazón se le aceleraba al ver que la miraban como si fuera el centro de su universo, y no pudo evitar sonreír.

Drakos inclinó la cabeza y le dio un beso suave, antes de deslizar una mano por su vientre. En ese preciso instante, algo pequeño pero poderoso golpeó desde dentro.

—¡Me escuchó! —exclamó Drakos, soltando una carcajada profunda y genuina que llenó la habitación, al mismo tiempo que sus ojos brillaban con una emoción pura.

Ashley soltó una risa entrecortada, pero las lágrimas asomaron sin permiso y comenzaron a resbalar por sus mejillas.

—¿Qué