El estómago de Liam se contrae. Lo siente, esa mezcla de rabia, miedo y una especie de alarma interna que le indica que ahí, con ese hombre, nada es casual. –No vas a separarnos –dice al fin, con una firmeza que no admite réplica.
Carlos levanta una ceja, divertido.
–No necesito separarlos yo –responde, como si la idea le aburriera. – Ella lo va a hacer. Con una precisión que no te imaginás. Kate tiene algo que ustedes dos no: tiempo, disciplina y ausencia total de moral. Va a lastimarte. Va a lastimarla. Y cuando todo caiga… ahí es donde yo entro.
El nombre de Kate atraviesa el a Liam como un disparo. Liam siente una punzada en el pecho, pero no retrocede. En lugar de eso, da otro paso, quedando tan cerca de Carlos que ambos comparten la misma respiración. Puede olerle el perfume, el alcohol, el tabaco caro.
–Si le hacés algo a Amara o a mi hijo, te destruyo –dice en voz baja, tan baja que casi suena como un murmullo, pero cargada de una violencia contenida que no deja lugar a dudas.