Liam, con los ojos inyectados en sangre y las manos crispadas en puños, da un paso hacia Amara. Su respiración es la de un hombre que viene conteniendo demasiadas verdades. –Carajo, Amara –su voz truena como un disparo. – dímelo de una maldita vez.
Ayslin, desbordada de rabia, se une al ataque. Da un paso al frente, señalando a Amara con un dedo que tiembla de ira. –¡Amara, habla! –ruge, como si esas palabras pudieran derribar cualquier muro de silencio.
Sophie, que hasta entonces había intentado mantener un hilo de calma, pierde la paciencia. Golpea la mesa con fuerza y se acerca a Ayslin, sujetándola por el brazo con un gesto brusco, casi militar. –¡Ya basta! –exclama con los ojos desorbitados. – Te lo advierto, Ayslin, un paso más y terminaremos despedazándonos nosotras en lugar de enfrentar lo que realmente importa– Dice mientras se la lleva. Ayslin se sacude, pero Sophie la arrastra hacia el pasillo con la firmeza de quien sabe que el campo de batalla necesita silencio para la