Ayslin no dice nada por un instante. Pero en lugar de amedrentarse, su sonrisa se amplía, aún más oscura, aún más peligrosa. –¿Y tú crees que una torta y un vestido blanco pueden borrar todo lo que pasó? –pregunta en voz baja. – ¿De verdad crees que puedes enterrar a Liam y a Kate, … como si fueran fantasmas? No, Amara. No funciona así. Hay cosas que no se entierran. Y tú… sigues sangrando por dentro. Lo noto. Lo huelo. Lo disfruto.
Amara contiene la respiración. Siente cómo el aire le quema los pulmones, cómo su pecho se agita como si algo estuviera a punto de romperse desde dentro. Pero no cede y por eso clava la mirada en Ayslin, desafiante, aunque por dentro se tambalea como un castillo de cartas bajo un vendaval. –No me conoces. No sabes absolutamente nada de lo que pasó entre Liam y yo. Nadie lo sabe –su voz suena quebrada, pero firme, como un vidrio a punto de estallar pero aún sostenido por una voluntad férrea. –Nuestra relación… no fue lo que todos creen. Fue más compleja, má