Capítulo 17

El auto entró por la gran reja y avanzó hasta la entrada principal. Mi corazón latía tan rápido que pensé que Carmencita podría escucharlo. Otra vez en el castillo de hielo.

Declan recogió los paquetes y los llevó hasta la habitación. Carmencita me acompañó, me ayudó a recoger mi ropa vieja para ordenar la nueva.

—Carmencita…—Susurré.

Ella se giró lo suficiente para mirarme.

—¿Llevas trabajando mucho con su señoría? —pregunté en voz baja con curiosidad.

Ella sonrió, una sonrisa suave. No supe qué le había provocado esa sonrisa, pero me la contagió y terminé sonriendo también, aunque no entendiera del todo por qué.

—Sí, niña… —asintió despacio—. Una vida.

Abrí los ojos sorprendida. Antes de poder pensar, las palabras se me escaparon:

—¿Cómo aguantó tanto tiempo?

Su sonrisa no desapareció. Al contrario, se volvió más cálida.

—El niño Vincent no es tan malo como parece —dijo con dulzura—. Tiene un temperamento fuerte, sí… y a veces puede ser demasiado estricto. Pero aprendí a verle el
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