C4-NO VAS A FALLAR, ¿VERDAD?
Katerina lo miró, incapaz de responder, porque su cuerpo temblaba, pero no sabía si de miedo o de rabia. No entendía si aquello era una amenaza o una promesa. Pero algo en la forma en que él la miraba le dejó claro que, en ese avión, ya no existía el mundo que conocía. Solo Santiago Carrera… y el destino que él eligiera para ella.
De pronto, un golpe suave en la puerta la hizo saltar.
—Adelante —dijo Santiago sin apartar la vista de ella.
Uno de sus hombres asomó la cabeza.
—Jefe, ya pronto aterrizamos.
Una vez la puerta se cerró, Katerina no pudo contenerse más.
—¿A dónde me llevan? —preguntó, intentando que su voz no delatara el pánico que sentía.
Él sonrió, un gesto frío que no llegaba a sus ojos.
—A casa.
Ella frunció el ceño, confundida.
—A Londres —agregó él, observando su reacción con detenimiento.
Inmediatamente, un torbellino de emociones contradictorias chocó dentro de ella. Londres. Su ciudad. La misma que habían tenido que abandonar años