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Se cansó de golpear a la puerta de su vecino. Después de insistir por más de cinco minutos, le dio la vuelta a la casa, miró a través de la ventana de la sala, la de la habitación y la del estudio para confirmar que no había persona alguna en su interior. ¿Pero dónde diablos podría estar? ¿Es que acaso no ha tenido en cuenta la tormenta que se avecina?, se preguntó Aileen. El auto se encontraba estacionado cerca a la entrada, lo cual indicaba que no podría estar en el pueblo ni paseando por sus alrededores. Tampoco podría estar en la playa, habiendo ésta desaparecido una hora antes. Solo quedaban dos posibles respuestas: había salido a caminar o a trotar o alguien lo habría recogido. ¿Pero lo habría recogido Martín o habría sido Marize? ¿Pero cómo no lo había pensado antes? Las rosas eran para la rubia. Simplemente no había ido desde el muelle hasta la casa de Marize para entregárselas. Seguramente habían quedado en que fuese ella quien lo recogiera y aquel habría sido el momen
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