—De acuerdo —asintió él sin dudarlo, quitándose la chaqueta y acostándose a su lado—. Intenta descansar.
Aunque Luciana guardaba silencio, Alejandro podía percibir la tristeza profunda que emanaba de su interior. En su mente, se prometió que aquello pasaría… y que haría todo lo posible por curar las heridas que la aquejaban.
***
Dadas las circunstancias especiales de Luciana, la policía no la citó para declarar en la comisaría, sino que mandó a dos agentes al hospital para tomarle la declaración en su habitación. Durante la diligencia, solo estaban Luciana, los oficiales y Nathan como su abogado. Nadie más podía permanecer allí.
Alejandro se quedó en la sala de estar, inquieto. En un rincón, Sergio, Juan y Simón conversaban en voz baja:
—¿Por qué está tan tenso Alejandro?
—¿No es obvio? —comentó Simón, con su habitual agilidad mental—. Teme que Luciana se eche para atrás y acabe enredándolo todo.
—No creo que lo haga —intervino Juan—. Luciana es muy inteligente, y no arriesgaría el fut