—¿“Bien”? ¿De verdad llamas a esto estar bien? —Enzo había averiguado lo suficiente al pasar por el área de enfermería: Luciana había tenido un parto prematuro, luego una hemorragia posparto y, para colmo, había perdido la vista.
—¿Cómo terminaste en esta situación?
—… —Luciana suspiró—. Pues digamos que tuve un embarazo complicado.
Enzo elevó la mano y la agitó delante del rostro de Luciana para confirmar que en verdad no veía nada. Luego se quedó pensativo.
—No hablo solo de tus problemas de salud…
—¿Eh? —Luciana se quedó callada unos segundos y luego se dio cuenta—. ¿Ya te enteraste?
Se preguntaba cómo, si toda la situación legal había sido manejada con total discreción por Alejandro, sin que los medios se enteraran. Tal vez Enzo se había enterado por otros medios, pues él mismo había dicho que tenía recursos.
—Te dije que podía averiguar lo que quisiera —reafirmó con calma—. Pero dejemos eso de lado. Cuéntame… ¿qué piensas hacer ahora?
—¿Qué voy a hacer? —repitió Luciana, confundid