Más tarde, llevaron a Luciana de regreso a la habitación. Todavía continuaba dormida cuando Nathan llegó. Para ese momento, Alejandro acababa de volver de ver a su hija, que seguía en la incubadora por haber nacido antes de tiempo. Aun así, la bebé se mostraba tranquilita y se alimentaba sin dar complicaciones.
—Pasa y siéntate —le ofreció Alejandro, señalando el sofá y tomando asiento también.
Era obvio que la presencia de Nathan obedecía al tema legal de Luciana. El abogado, desde el camino, ya traía una idea.
—Señor Guzmán, que su esposa haya dado a luz puede ser una ventaja. Si alega que no fue intencional y que ocurrió por un accidente, y considerando su frágil estado de salud, podríamos negociar una sentencia suspendida. A Mónica habría que ofrecerle una indemnización para que no insista en agravar el proceso.
En apariencia, aquello sonaba viable y sin contratiempos. Pero Alejandro reflexionó unos segundos y luego negó con la cabeza.
—No me conformo con una sentencia de libertad