—Sí, señor Morán.
Un par de agentes se llevó a Mónica a un lado, mientras Alejandro se llevaba en brazos a Luciana, sacándola del lugar y conduciéndola hasta el auto. Ella cerró los ojos, negándose a abrirlos, con el cuerpo tenso y una actitud de rechazo total.
El corazón de Alejandro latía con un dolor insoportable. Se inclinó para acariciarle con cuidado el cabello.
—Luciana, yo te amo a ti… Ahora amo a ti —murmuró con la voz entrecortada—. Créeme, no la estoy defendiendo. No he movido ni un solo dedo por protegerla esta vez… Si de verdad estuviera dispuesto a hacer algo al margen de la ley por alguien, serías tú.
Por un segundo, Luciana parpadeó. No quedaba claro si lo había escuchado o si solo estaba demasiado abatida para reaccionar.
***
De vuelta al hospital, la cirugía de Fernando había terminado cuando llegaron.
—Doctor, ¿cómo está? —preguntó Victoria con un hilo de voz tembloroso, a la vez que Diego la sostenía por la cintura.
El médico se quitó la mascarilla y les habló con u