Capítulo 688
—¡Ja!, ni lo digas. Entre mejor sea la chica, más difícil de conquistar…

—Ajá… —farfulló Alejandro con un leve fruncimiento de ceño, aunque en el fondo se veía más divertido que molesto—. ¿Quién les dio permiso de llamarla “Luciana”, eh?

Juan y Simón se quedaron sin palabras, atónitos. ¿Ni siquiera podían nombrarla? ¿Tanto era su afán de exclusividad? Entonces Alejandro soltó una risa y declaró:

—De ahora en adelante, llámenla “cuñada”.

Los dos hermanos se miraron estupefactos, pero enseguida rompieron a reír y contestaron al unísono:

—¡Entendido, primo! ¡“Cuñada”!

—Muy bien. —Él alzó la barbilla con expresión de triunfo—. Y díganle a Sergio que no se confunda cuando la vea, o le recorto el bono.

***

A la mañana siguiente, Alejandro llegó a casa de Luciana mucho más temprano que de costumbre.

—¿Tan pronto? —Luciana salió a medio vestir, con cara de sueño—. ¿Qué pasó?

—Nada —contestó él, incapaz de decirle que aún temía haber soñado todo. Solo al verla respiraba tranquilo—. Te traje alg
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