Esta vez, Simón supo que no podía seguir negándose a contestar.
—¿Alejandro? —dijo con voz temblorosa.
—¿Qué estás haciendo, Simón? Ya hablaremos luego. ¿Dónde está Luciana?
Simón echó un vistazo a la puerta cerrada. Trató de mantener la calma, pero la urgencia se le notaba.
—Alejandro… creo que Luciana está en peligro. Ven de inmediato a Cirugía General.
—¿Cirugía General? —repitió Alejandro, adoptando una expresión tensa y sin pedir más detalles. De inmediato se dio media vuelta y echó a andar con pasos firmes.
Sergio lo siguió sin vacilar, sin atreverse a formular preguntas.
***
La tensión en la puerta de la habitación era tan palpable que parecía que, en cualquier momento, estallaría un enfrentamiento.
—¡Lo repito por última vez: abran la puerta! —exigió Simón, apretando los dientes—. Señor Domínguez, Señora Domínguez… ¿tienen idea de quién es señora Guzmán? Si llega a pasarle algo aquí, ¿podrán asumir la responsabilidad?
—Tranquilo, no te alteres —trató de mediar Victoria, aparent