Al doblar la esquina, en lugar de volver al departamento de Martina, tomó un autobús directo al Sanatorio Cerro Verde, donde planeaba visitar a Pedro.
Al llegar, encontró a Balma arreglando la habitación.
—Señora Guzmán, me alegra verla.
—Hola. ¿Dónde está Pedro? —preguntó Luciana, dejando su bolso en una silla.
Balma señaló el dormitorio de Pedro y bajó un poco la voz.
—El doctor Manzano está con él, dándole una sesión de terapia. Es mejor no molestarlos por ahora. ¿Por qué no toma asiento un momento?
—De acuerdo —aceptó Luciana, sentándose.
Balma le ofreció un vaso con agua y, mientras tanto, le comentó:
—El estado de Pedro ha mejorado mucho. El doctor Manzano es muy profesional, de verdad.
—Les agradezco lo que hacen por él —respondió Luciana con una ligera sonrisa.
—No es nada; es mi trabajo, señora.
Luciana asintió.
—Esta noche me quedaré con Pedro. Tómate el resto del día libre, Balma. En cuanto termines de ordenar, puedes irte a descansar. Mañana regresas.
—¿Está segura? —Balma