«La familia Herrera… ¡sí, ellos podrían ser el problema!»
Hace años que Luciana tenía un resentimiento arraigado con los Herrera, no era un asunto de vida o muerte, pero el rencor era profundo. «Además, Ricardo está internado en esta misma clínica y luce enfermo; Mónica lleva días insistiendo en que le done parte del hígado…» De pronto, Luciana imaginó la posibilidad de que, al no poder presionarla a ella, hubieran decidido tomar a Pedro. «¡Imposible dejar pasar esto!»
Tomó una resolución inmediata: fuera o no una remota posibilidad, necesitaba aclararlo. Salió de la sala con determinación:
—Iré a la casa de los Herrera. Aunque la probabilidad sea mínima, no puedo quedarme quieta —murmuró, decidida.
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Casa de los Herrera.
Mónica llegó apresurada y no encontró rastro de Clara.
—¿Y mi mamá?
—Está en la bodega de atrás —explicó una de las empleadas.
—Entendido —respondió Mónica, y se encaminó hacia la puerta trasera. Incluso antes de abrir, escuchó la voz de Clara:
—Vamos, Pedro, sé bueno