Capítulo 28
Al mediodía, cuando Luciana regresaba del comedor, se encontró con Alejandro caminando lentamente por el pasillo interior, apoyado por Simón.

—Impresionante —comentó Luciana—. Tienes una buena condición física. Ya puedes levantarte y caminar, eso te ayudará a recuperarte más rápido, pero no te excedas.

—Sí, doctora —respondió Simón con total sinceridad.

Cuando Luciana estaba por irse, Alejandro la llamó.

—Espera un momento.

—¿Qué pasa? —Luciana se giró.

—Vos... —Alejandro pareció dudar, algo inusual en él—, ¿qué te gusta?

—¿Qué? —Luciana parpadeó, sin entender.

—¿Qué te pasa? —Alejandro replicó, molesto—. ¿No te quejabas de que no te había dado las gracias? Contando lo de Álvaro, te debo un buen agradecimiento.

Luciana entendió.

—¿Un regalo de agradecimiento?

No se hizo la difícil.

—No tengo gustos muy particulares, lo que les gusta a las demás chicas, a mí también me gusta...

No terminó de hablar cuando su celular sonó.

Luciana respondió rápidamente la llamada.

—Hola … sí, soy yo … Sí
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