—¡Luci!
Al oír la voz, Luciana volteó y sonrió.
—Fer.
—¿Llevas mucho esperando? —Fernando se acercó a paso rápido, con una disculpa—. Justo antes de salir surgió un asunto; Dante no pudo resolverlo y yo…
—No pasa nada —Luciana negó, amable—. No me molesta. Vámonos.
***
Ya en la boutique, Luciana entró al probador para ponerse el vestido. Fernando aguardó afuera.
—Listo.
La asistente corrió la cortina y miró a Fernando con una sonrisa.
—Señor Domínguez, mire qué novia más preciosa.
La tela se abrió poco a poco. Luciana quedó en el centro, manos unidas al frente, la sonrisa leve; los ojos, brillantes.
—Fer, ¿me veo bien?
—Bien… muy bien.
Fernando, que estaba sentado, se levantó sin darse cuenta. No le quitó la vista de encima. Se acercó despacio y extendió la mano.
Luciana entendió: alzó la suya y la entrelazó con la de él. Fernando bajó la frente hasta rozarla y murmuró:
—Estás hermosa, Luci. Muchísimo.
—Gracias —susurró ella también—. No digas eso aquí. Nos están viendo.
—No importa —s