Capítulo 1356
—Tú a lo tuyo y yo a lo mío —a Martina se le borró la sonrisa—. ¿Por qué tendría que hacerte caso?

—No quise decir eso…

La tensión iba en aumento, y eso era lo último que Salvador quería.

—¿Salva?

El ruido los había despertado. Estella se incorporó con una mano en la frente, hecha polvo. De la botella de vino tinto de anoche, Salvador apenas probó un par de sorbos; casi todo lo tomó ella, y ahora la resaca le pasaba factura.

—Tu amiga ya despertó —dijo Martina, esbozando una sonrisa—. Ve.

—Y tú…

Salvador no alcanzó a preguntar. Martina ya estaba en la puerta, atándose los tenis.

—Voy a correr.

Justo entonces llegó la empleada por horas. A esa hora, venía a preparar el desayuno.

—No haga mi parte —le indicó Martina—. O mejor, déjela para la invitada.

Le hizo un gesto a Salvador.

—Me voy.

—¡Marti!

Quiso seguirla, pero Estella seguía allí. La empleada dudó en la entrada del comedor.

—Señor Morán, ¿cómo organizo?

—Como siempre —Salvador miró a Estella en el sofá—. Y un caldo para la resaca
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