Al día siguiente.
Luciana pasó todo el día en quirófano. Al bajar, el dolor de cabeza la partía. Dejó las indicaciones y delegó el resto en los médicos de turno. Se fue.
Al salir del área de hospitalización, encontró a las chicas del puesto de enfermería en corrillo, cuchicheando con ganas. En cuanto la vieron, la rodearon.
—¡Doctora Herrera!
—Doctora, su novio es guapísimo.
¿Novio?
Luciana ni alcanzó a reaccionar cuando una señaló hacia la entrada.
—Mire, ahí está. Llegó hace un rato. Le dijimos que pasara, pero es tímido, no quiso.
Luciana alzó la vista. No se sorprendió al ver a Fernando esperándola.
Hoy no traía muleta: sudadera ligera de cashmere, jeans con bolsillos tipo cargo; limpio, guapo.
—¿Es su novio, doctora? —insistió otra.
—…Sí —respondió con un gesto corto. Caminó de prisa hacia él—. Fer, ¿qué haces aquí?
Le tomó el brazo para sostenerlo.
—¿Y la muleta?
Fernando se dejó guiar, un poco apenado.
—No tenía nada que hacer… pensé venir por ti. Con muleta… tus colegas… mejor