—¡No es eso!
A Luciana se le salió sin pensarlo, del puro apuro:
—¡Terminamos!
—Aunque terminen tampoco…
Juana repitió la palabra, al principio sin caer en cuenta. De golpe se quedó tiesa. La miró como robot.
—¿Qué… qué dijiste? ¿Ter… terminar? ¿Terminar?
—Ajá —Luciana torció la boca, con una mueca amarga—. Terminamos.
Juana se dejó caer en la silla, entre shock y confusión. Tanteó las palabras:
—Creo que me hablaste en español… “terminar”, ¿qué significa exactamente?
A Luciana hasta le dio risa, de lo absurda que sonó la escena para un asunto tan difícil de decir.
—Lo entendiste bien. “Terminar” es cortar. Ya no estamos juntos.
—¿Qué?
Juana abrió la boca y se le agrandaron los ojos. No lo creía.
—No bromees.
—No estoy bromeando —Luciana volvió seria—. Con eso no se juega.
—Esto…
El asombro la dejó sin español. No sabía qué decir.
Luciana se puso de pie.
—Siéntate. Mi mentor acaba de llegar; voy a saludarlo.
—Oh…
Juana asintió sin alma. El anuncio le cayó como terremoto con tsunami.
—¿