Capítulo 1165
Cierto, Luciana sintió el corazón tamborilearle.

Que alguien estuviera dispuesto a romper sus principios por ella —y, encima, ese alguien fuera justo a quien amaba— resultaba tan tentador como vergonzoso.

—N-no. —Negó con la cabeza y, a duras penas, murmuró—: Reconozco que le debo mucho, pero… no es solo una deuda…

—¡Basta!

Alejandro no quería oír más. Le apretó los hombros y la obligó a mirarlo de frente.

—¿Y yo? ¿No me debes nada? ¿Nada que saldar conmigo?

—Ale… —frunció el entrecejo; nadie imaginaba la guerra interna que libraba para no ceder.

—Soy yo quien te falló.

¡Otra vez lo mismo!

Tan agotada y ni siquiera era capaz de volverse a mirarlo…

Alejandro soltó una risa amarga:

—Vaya forma de meterme donde no me llaman.

Luciana abrió los labios, sin saber qué decir.

—Piénsalo bien. —Él apretó la mandíbula, como si se hablase a sí mismo—. Cuando me vaya hoy, tu vida dejará de importarme. El día que nos crucemos, seremos dos desconocidos que apenas se saludan.

Volver a ser “amigos” nun
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