Capítulo 1089
—¡Mamá!

Luciana despertó con el llamado de Alba, acurrucada contra su pecho; los grandes ojos de la niña relucían, algo mohínos.

—Tengo mucha hambrita…

Luciana parpadeó, besó a su hija:

—Perdón, dormí demasiado.

Miró a su costado: el asiento estaba vacío.

—¿Y tu tío?

Alba tampoco sabía; acababa de abrir los ojos y el tío ya no estaba, solo quedaban ella y mamá.

—Aquí estoy.

Alejandro aparecía junto a la puerta del compartimiento, sonriendo. El cabello desordenado por la siesta le daba un aire juvenil.

—¡Tíooo!

Él alzó a Alba en brazos y explicó:

—Fui a avisar qué vamos a comer. Elena está preparando lo de Alba.

Se inclinó hacia la niña:

—¿Tienes hambre? Ya casi está listo.

Luego miró a Luciana:

—Y para la bebé grande también, solo un instante.

A Luciana se le subió el color. A su edad y todavía la llamaba “bebé”… Él tan campante, ella sin saber dónde esconderse.

—Alba, ven —dijo, extendiendo los brazos—. Vamos a lavarnos las manos.

—¡Bueno!

—La cargo yo —intervino Alejandro—. Alba pesa
Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App
Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App