La mejor opción, sin duda, sería la cirugía.
—De acuerdo.
Alejandro asintió; en el fondo sabía que la enfermedad del abuelo se había agravado por los disgustos que le provocaba la familia de Daniel Guzmán.
Luciana, sin saber lo que él pensaba, dijo: —Al abuelo le encanta Alba; deja que la niña lo acompañe más tiempo.
—Luciana… —Alejandro le tomó la mano—. Gracias.
No hay de qué; es lo que debo hacer.
Estas palabras, Luciana las repitió solo en su corazón.
No podía reunir a padre e hija; esto era lo único que estaba en sus manos.
Alejandro estrechó su mano, inclinó la cabeza y apoyó la frente contra la de ella. Sabía que Luciana actuaba movida únicamente por su bondad, no por él.
Pero, al final, ¿aceptaría quedarse a su lado también por esa bondad?
***
La primera noche que Miguel pasó hospitalizado, Alejandro no se movió del hospital.
Al amanecer, salió directo a la oficina.
Justo al cruzar la puerta de la habitación se topó con Daniel Guzmán, agazapado, asomándose sin atreverse a entra