En estos días el bochorno veraniego cedió un poco y, al amanecer y al caer la tarde, ya sopla una brisa refrescante.
Ese tipo de clima es un alivio para los adultos mayores.
Durante la ola de calor, Miguel se había sentido algo decaído: comía mal y dormía peor; ahora, apoyado en su mecedora, cabeceaba mientras se dejaba arrullar por el vaivén.
Alba jugaba en silencio sobre la alfombra, justo a sus pies.
Alejandro se acercó y alzó a la pequeña; Luciana Herrera tomó una manta ligera con la intención de cubrir al abuelo.
Sin embargo, aquel movimiento, por suave que fue, despertó a Miguel.
Parpadeó, aún desorientado, y miró a Luciana:
—¿Lucy?
…Luciana vaciló un instante.
—Abuelo, soy yo, Luciana.
—Ah.
Miguel asintió despacio y fue recuperando la lucidez.
—Cierto, eres Luciana. Lucy partió hace muchos años… Cuanto más viejo se vuelve uno, peor le funciona la memoria, salvo para lo ya vivido.
Al mencionar a su madre, el recuerdo despertó en Luciana más nostalgia que dolor.
Aun así, la duda l