Capítulo 1025
—Aquí estoy.

—Tal vez sea indiscreto, pero lo diré igual: yo me fui divorciada; entre nosotros no quedaba vínculo legal. Todo lo que viví después fue asunto mío, ¿entiendes?

Él calló. ¿Cómo no va a tener que ver? Si no la hubiera decepcionado hasta el cansancio, jamás habría huido. La abrazó más fuerte y besó su pelo.

—Duerme.

El ritmo de su respiración se hizo parejo.

***

Fin de semana, casa Guzmán

Miguel ordenó un caldo de hueso que estuvo burbujeando desde el alba.

—Luciana, toma un poco más —le sirvió él mismo.

La sopa lechosa olía a tuétano; la carne se deshacía.

—Gracias, abuelo.

Miguel, con Alba sentada en sus piernas, desgarraba trocitos de carne y se los daba. Luego miró el yeso de Luciana.

—¿Seguro que no deberías guardar reposo?

—Ya casi sano; en dos días me quitan el yeso.

—Me alegra oírlo.

Entonces, con aparente ligereza, dejó caer la bomba que dejó a la pareja congelada:

—Y bien, ¿cuándo van a inscribir a Alba en el registro de la familia Guzmán?

Luciana abrió los ojos; i
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