En ese momento, Lucía llegó apresurada a la oficina, donde reinaba un ambiente tenso.
—A Lucía—la saludaron cortésmente al verla entrar.
—Lucía, ¿tu herida en la cabeza está mejor?
Lucía no quería preocuparlos demasiado por esto:
—No es nada grave, después de descansar anoche me siento mucho mejor.
—Pero deberías tomarte más tiempo libre. Podrías haberle pedido un permiso especial al señor Rodríguez en lugar de venir a trabajar herida. Lucía, eres demasiado dedicada al trabajo—la elogiaron grandemente, admirando su gran compromiso.
Como Lucía y Mateo mantenían su matrimonio en secreto, ella no podía revelar mucho:
—Primero iré a ver al señor Rodríguez. Ustedes sigan con sus respectivas tareas, no se preocupen por mí.
Cuando llegó a la puerta, escuchó a Mateo decir fríamente:
—¡Despidan de inmediato a todos los responsables del accidente en la obra!
Lucía se sorprendió muchísimo, pensando que la culparía a ella. Luego, un grupo de personas salió de la oficina cabizbajo. Lucía entró con