Capítulo 152
—De ninguna manera —respondió ella.

En ese momento llevaba puesto un saco que ocultaba su blusa. Justo cuando iba a quitárselo, él la había arrastrado hasta allí.

—¿No crees que es un poco tarde para cubrirte? —se burló Mateo, sus ojos llenos de posesividad mientras sus dedos rozaban su pecho.

Lucía vio en su mirada algo que nunca había notado antes: el deseo depredador de un hombre hacia una mujer. Sintió el peligro e intentó alejarse.

Pero Mateo no se lo permitió, manteniéndola acorralada: —Lucía, ¿así es como ejerces tu derecho a buscar la felicidad?

—¿Qué felicidad? —preguntó ella confundida.

Presionando su cuerpo contra el de ella, se burló: —Tienes bastantes opciones, ¿no? Apenas te divorcies de mí, correrás a casarte con otro.

Al sentir que sus manos se volvían más atrevidas, Lucía se encogió asustada:

—No es así, Mateo. Suéltame, podemos hablar civilizadamente. ¡Alguien podría vernos!

Mateo observó su sonrojo y su figura delineada bajo la blusita mojada. Pensar en todos los ti
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