Al verlo tan callado, Martín se le acercó a su lado y comentó: —Esta mujer que eligió tu abuelo como tu esposa no está nada mal. Es dócil, sumisa, sensata y ni siquiera le importa cuántas mujeres tengas fuera. ¿Qué hay de malo en eso? ¿Por qué te molesta tanto?
—Una esposa dócil, sensata y obediente ciertamente es una buena elección —respondió Mateo después de un momento de silencio.
—Vaya, vaya. Veo que ahora toda tu atención está en ella. ¿No te habrás pues enamorado? —Martín notaba algo extraño en él. Incluso cuando la molestaba, ¿por qué se sentía él mismo infeliz?
Observando hacia abajo, donde ella interactuaba amablemente con sus compañeros, agregó sonriendo: —Tu esposa parece ser muy extrovertida, se lleva bien con todos. ¿No habías dicho que se divorciarían? Después del divorcio, seguramente será muy codiciada.
Las palabras de Martín hicieron que Mateo frunciera aún más el ceño. Para Lucía, relacionarse con la gente no era difícil, y además era muy querida.
—Tú mismo has dicho