Capítulo 8: Celos

Gina se aclaró la garganta con obvio disgusto y caminó directo a los estantes en un silencio tenso.

—Puedo ayudarte con eso —se ofreció Edward, y de inmediato le quitó los utensilios de la mano y los colocó en su lugar.

Él la miró extrañado y un poco nervioso, puesto que presentía que estaba molesta, pero ni idea de cuál sería la razón.

—Edward, te invito a mi casa. Tengo cervezas frías y cocino riquísimo —lo invitó la chica con una sonrisa pícara.

Él se rascó la cabeza al notar la mirada asesina que le atinó Gina.

—Lo siento, hoy no puedo —rechazó la invitación con voz amable—. Otro día será, pero gracias por invitarme.

—¿Estás seguro? —La mujer hizo un puchero—. La vamos a pasar muy bien.

Edward se puso rojo, debido al tono sensual que ella utilizó.

—¡Qué patético! —masculló Gina entre dientes. Ella se volvió a aclarar la garganta y se cruzó de brazos.

—Lo siento, estaré ocupado hoy. —Él miró a Gina por inercia y se asustó cuando descubrió su mirada asesina.

—Bueno… —musitó decepcio
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