Capítulo 55 —Socios, solo esoNarrador:Massimo entró en la habitación y la vio de inmediato.Nadia estaba sentada en el balcón, con la mirada fija en la pradera que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Su postura era rígida, sus pies sobre el asiento y manos abrazaban sus rodillas, pero sus dedos estaban entrelazados con fuerza, como si intentara contener algo dentro de sí.Cerró la puerta con suavidad y avanzó hasta quedar detrás de ella.—Aquí estabas —murmuró. Ella no se movió, no le dedicó ni una mirada. Massimo exhaló y apoyó una mano en el respaldo de la sillón. —Traté de alcanzarte, pero no pude.Nadia soltó una risa seca, sin una pizca de humor.—No hacía falta que lo hicieras.Massimo ignoró su tono helado y continuó.—Creí que estarías empacando tu bolso para volver.Finalmente, ella se giró hacia él, sus ojos fríos y calculadores.—No.Massimo sintió que su pecho se comprimía al ver esa expresión en su rostro.—¿No?—No. —Se acomodó en la silla y bajó las piernas co
Capítulo 56 —Buena actrizNarrador:Nadia bajó las escaleras con el cabello aún húmedo, suelto sobre los hombros, con unos jeans ajustados, una sudadera gris y zapatillas deportivas. Se veía sencilla, pero hermosa sin esfuerzo, aunque su expresión era fría, neutral, como si todo a su alrededor no le importara en lo más mínimo.Al llegar al comedor, encontró a los caseros sirviendo la comida, y junto a ellos, sentado con una sonrisa relajada, estaba un hombre que no había visto antes.Massimo levantó la mirada en cuanto la vio entrar.—Nadia, él es Renato —dijo, señalando al hombre con la cabeza —Hijo de Caterina y Renzo.Renato, un joven de cabello oscuro y barba incipiente, con un aire despreocupado y una sonrisa amistosa, se puso de pie y le tendió la mano.—Un placer, Nadia. Ya me habían hablado de ti.Ella estrechó su mano con cortesía.—Espero que cosas buenas.Renato soltó una risa.—Depende de a quién le preguntes.—Si le preguntas a mi abuela, seguro no —murmuró Massimo con ir
Capítulo 57 —El sofáNarrador:El día pasó entre juegos y tensiones, hasta que la noche llegó y Massimo pensó que allí se arreglaría todo, ya que no estaba acostumbrado a que le dijeran que no. Y menos aún a que alguien le diera órdenes dentro de su propio espacio.Pero allí estaba ella, mirándolo desde en el medio de la habitación con los brazos cruzados, su mentón elevado con un aire de desafío que le hacía hervir la sangre.—Vas a dormir en el sofá —sentenció Nadia con voz firme.Massimo entrecerró los ojos, cruzando los brazos sobre el pecho.—No, no voy a hacerlo.—Sí, sí lo harás.—Es mi casa.—Y es mi paz mental.Se sostuvieron la mirada, midiéndose.Massimo estaba perdiendo la paciencia.—Nadia… —advirtió, con la voz cargada de peligro.—Massimo… —lo imitó ella, con una sonrisa gélida.El simple hecho de que se atreviera a desafiarlo lo ponía al borde del colapso. No estaba acostumbrado a que nadie le dictara reglas. Mucho menos alguien que, apenas unas noches atrás, se había
Capítulo 58 —Esto es entre tú y yoNarrador:A la mañana siguiente, Nadia despertó con una sensación extraña en el pecho. Había dormido sola, sin sentir la presencia de Massimo a su lado, y aunque eso debería haberla hecho sentir mejor, solo le provocaba un vacío difícil de ignorar.Se levantó y se dirigió al baño sin demasiada prisa. Se dio una ducha rápida y se puso unos jeans ajustados, una blusa liviana y unas zapatillas. No estaba de humor para arreglarse demasiado.Bajó las escaleras y se dirigió a la cocina, donde encontró a Renato y a su madre desayunando.—Buenos días, Nadia —dijo Caterina con una sonrisa cálida —¿Dormiste bien?Nadia se limitó a asentir y se sirvió una taza de café, sintiendo la mirada de Renato sobre ella.—¿Dónde está Massimo? —preguntó, intentando que su voz sonara indiferente.Renato tomó su taza y bebió un sorbo antes de responder.—Salió temprano, tenía algunas llamadas que hacer.Nadia frunció el ceño. Algo en la forma en que Renato la miraba le result
Capítulo 59 —Ni en un millón de añosNarrador:Nadia apenas había dado dos pasos cuando sintió el agarre firme de Massimo en su muñeca. No fue brusco, pero sí lo suficientemente fuerte como para impedirle seguir caminando.—¿Qué demonios significa eso de "me está empezando a gustar tu abuela"? —su voz sonaba peligrosa, baja y cargada de algo que Nadia no pudo identificar de inmediato.Ella giró lentamente, con la barbilla en alto, desafiándolo con la mirada.—Significa exactamente lo que dije. Me está empezando a gustar tu abuela.Los ojos de Massimo se entrecerraron, su agarre en su muñeca se afianzó.—Nadia…—¿Qué? —levantó una ceja, fingiendo inocencia —Es una mujer sensata. Inteligente. Tiene claro lo que quiere para ti… y no está perdiendo el tiempo.Massimo soltó una risa seca, pero su mandíbula estaba tensa.—Te estás divirtiendo con esto, ¿verdad?—Tal vez un poco.—Nadia… —la acercó un poco más, inclinándose hasta que sus rostros quedaron a escasos centímetros. Sus ojos oscuro
Capítulo 60 —Lo lograsteNarrador:Massimo condujo hasta el apartamento de Nadia en completo silencio. El ambiente dentro del coche era espeso, cargado de tensión. Ella no había dicho ni una palabra desde que había colgado la llamada con su abuela. Tampoco lo miró ni una sola vez.Cuando finalmente detuvo el auto frente al edificio, Nadia desabrochó el cinturón y salió sin siquiera despedirse. Ni una mirada, ni un “gracias”, ni un maldito gesto.Massimo sintió una punzada de irritación.¿De verdad iba a ignorarlo así?Apretó la mandíbula y la observó entrar al edificio con el cuerpo rígido, su melena ondeando tras ella, sin darle la más mínima importancia a su existencia. —Perfecto. Que se joda. —murmuróApretó el volante con fuerza y aceleró, tomando la carretera hacia la mansión. Necesitaba un trago… o diez.Al llegar, no le sorprendió encontrar a su abuela esperándolo en el salón, con una copa de licor en la mano y esa expresión calculadora que siempre tenía cuando planeaba algo.
Capítulo 61 —Siente mis latidosNarrador:Massimo no dudó un segundo. Cuando vio que Nadia seguía temblando, su instinto se activó de inmediato.—Vamos, pequeña… —susurró con suavidad, antes de inclinarse y deslizar un brazo bajo sus rodillas y el otro por su espalda.Ella soltó un jadeo sorprendido cuando la levantó del suelo con facilidad, sosteniéndola con firmeza contra su pecho.—Massimo, puedo caminar…—No quiero que camines —murmuró él sin detenerse.Nadia sintió su calor envolviéndola, la seguridad de su agarre, la firmeza con la que la mantenía contra su cuerpo. Se aferró débilmente a su camisa, dejando que la llevara sin protestar más.Massimo la llevó directo a la cama y la depositó con cuidado sobre el colchón, asegurándose de que estuviera cómoda antes de apartarse.—Voy por un té —dijo con voz grave, su mirada recorriendo su rostro con detenimiento.Ella apenas asintió, abrazándose a sí misma.Él se quedó un segundo más allí, como si quisiera asegurarse de que realmente i
Capítulo 62 —Un respiroNarrador:El desayuno transcurría en un silencio algo incómodo. Nadia revolvía su café sin demasiado interés, mientras Massimo la observaba con los codos apoyados en la mesa.—¿Siempre te pasa? —preguntó él de repente, rompiendo la quietud.Nadia alzó la vista, confundida.—¿Qué cosa?—Eso que pasó anoche. —Su tono era serio, sin rastros de burla ni diversión.Ella se removió en su asiento, incómoda.—No sé de qué hablas.Massimo suspiró y dejó la taza sobre el plato con un leve sonido.—Ataques de pánico, Nadia. Eso fue lo que tuviste.Nadia se tensó.—No fue un ataque de pánico.—Sí lo fue.—Solo… solo me asusté. Fue un momento de ansiedad.—Eso es un ataque de pánico.Ella desvió la mirada.—No siempre me pasa.Massimo apoyó los antebrazos sobre la mesa y entrelazó los dedos, observándola con atención.—¿Pero sí te ha pasado varias veces antes antes?Ella dudó, bajando la vista a su taza.—Algunas veces.Él apretó los labios, su expresión oscureciéndose.—¿De