Aidan y Brennan se miraron con sorpresa mientras la muchacha se echaba a reír con dulzura.
—Bueno, ya la conocen, esta es mi querida bisnieta a la que tuve que matar —declaró Lidora Nader entregándole el pan de nuez a la chica—. ¡Mira lo que tu abuela hizo con sus propias manos…! —añadió con teatralidad.
Briccia lo olisqueó con los ojos cerrados y sonrió.
—Huele delicioso, abuela, gracias. Sería genial comerlo con té de manzanilla. ¿Puedes poner la tetera por mí? —le pidió.
La anciana le dio un beso en la cabeza y salió de la cabaña como si nada mientras Briccia ponía el pan sobre la mesa más cercana.
—Supongo que ya considera a la panadería de Summerville como «sus propias manos» —se burló—, pero la intención es lo que cuenta