Aidan frunció el ceño en el mismo momento en que su celular sonó y vio el nombre de Hiro en la pantalla del celular.
Apenas se lo puso en el oído ya se había levantado y echaba a correr hacia la puerta de salida, haciéndole un gesto a Maddox para que lo siguiera.
—¡Estoy ahí en diez minutos! ¿Rhia…?
—Me dejó a cargo de las gemelas en el cuarto de seguridad… espera… —se escuchaba la respiración nerviosa y entrecortada de Hiro—. ¡Briccia, viene Briccia con la Nana!
—¡Maldición! —exclamó Maddox mientras se subía al asiento del conductor y sacaba el auto del estacionamiento como si estuviera en una pista de Fórmula 1.
—¿Quién más está en el departamento? —quiso saber Aidan.
—El general Gallagher… olía mucho a su sang