Él se apartó de la puerta; esta se abrió de un golpe. Vladislav entró con un par de hombres más. Nunca pensé que me alegraría verlo, pero me alegraba mucho. Corrí hacia él y lo abracé.
—Te acepto como pareja de mi hermana —le dije sonriendo y le estampé un beso en los labios. Mikhail me separó de él con agresividad y me miró mal.
—¿Estás loca? —me preguntó. Yo me encogí de hombros, me puse de puntillas y le di un pequeño beso en la mandíbula.
—Sí, eso ya lo sabes. Ahora sácame de este lugar, tú necesitas ir a un hospital de inmediato —le dije.
Mikhail me apretó fuerte del brazo y me sacó de la habitación. Cuando salimos, había un montón de hombres. Esto era impresionante.
—¿Qué tan peligroso eres? —le pregunté. Él levantó la mano, apuntó a uno de los hombres de Belov y le disparó justo en el centro de la frente.
—Demasiado —me contestó.
El cuerpo del tipo cayó pesadamente al suelo. Yo lo quedé mirando.
—Ahora deja de cabrearme —me regañó y me soltó de mala gana.
—¡Los odio!— grito una