Mariano aún me miraba, no sé si era porque quería decirme algo, o simplemente ya estaba muerto. Empecé a tratar de liberarme, pero la silla terminó volcada a un lado. Miré a Mariano, pero su mirada estaba fija. Él... ya había muerto, y yo tendría un final aún peor.
Las horas pasaron y nadie entraba a la habitación. Mi brazo estaba entumecido por la posición y el peso de la silla. Mi pierna lastimada también dolía horriblemente. Quería a Fabien, lo quería conmigo.
— Fabien, por favor ven por mí. Me portaré bien, pero por favor sácame de aquí — lloré en voz baja. Quería que me sacara de ese lugar y me llevara a la habitación. Quería dormir en sus brazos y ver sus ojos al despertar.
La puerta se abrió y entró Piero con otros dos hombres.
— Pudiste tener una excelente vida, niña, pero decidiste escoger a otro hombre. Es una lástima, de verdad me gustabas — me dijo Piero.
Miré a Piero suplicante.
— No sé de lo que hablas. Déjame hablar con Fabien, por favor. Mariano mintió, yo no sabía nad