118

La casa de Elena olía a té de manzanilla y fracaso.

Cassandra estaba en el sofá con Isabella dormida contra su pecho. No había dormido. No había comido. Solo miraba la pared con ojos que habían llorado tanto que ya no quedaban lágrimas.

Elena le trajo té que no bebió.

—Esto es temporal. Van a arreglarlo.

Cassandra no respondió.

—Cassandra, escúchame. Han pasado por peor. Esto también lo superarán.

—No sé si quiero arreglarlo.

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