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La policía tomó el reporte con el mismo escepticismo de siempre.

El oficial leyó el mensaje de Victoria con expresión aburrida.

—Número desconocido. Teléfono desechable probablemente. Sin amenaza explícita de violencia.

—Dice que estará esperando cuando mi esposa despierte —insistió Sebastián mediante Javier, quien traducía—. Eso es amenaza.

—Es ambiguo. Podría significar muchas cosas. Necesitamos evidencia de intento real de daño.

—¿Como qué? ¿Esperamos que mate a alguien primero?

El oficial cerró su libreta.

—Documentaremos el contacto. Si Victoria Ashford aparece físicamente cerca del hospital, actuaremos. Pero un mensaje de texto no justifica arresto.

Cuando se fueron, Sebastián destruyó su taza de café de hospital contra la pared.

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