El resto del día pasó lentamente. Noah me miraba desde lejos, pero lo hacía con un rencor que podía sentir hasta en la piel. Y lo entendía. Él quería destruir a Valentino y a toda su familia, pero si yo lo ayudaba tenía una gran posibilidad de terminar muy mal en ese enfrentamiento. Tenía dos opciones: morir… o morir y perder también a mis hijos. En realidad, ambas opciones eran lo mismo. ¡Total! Si lo ayudaba iba a morir.
Entré a la casa con la intención de distraerme en algo, y la única manera de hacerlo era cocinando. Fui directo a la cocina y le dije a la chica que siempre se encargaba de las comidas que descansara un poco, que yo prepararía la cena de hoy.
—¿Está segura, señora? —me preguntó con voz tímida.
Asentí con la cabeza, tomé su mano con delicadeza y la conduje hacia la salida.
—Ve a mirar una serie, o haz lo que quieras. Es más, tienes la tarde libre.
Ella me sonrió. Era una muchacha de más o menos mi edad, pequeña, de piel muy blanca, con cabello negro y unos ojos