Capítulo 10: Un mundo de fuego.
NARRADOR.
Los días en el club se habían vuelto más soportables. Carolina se despertaba más tarde, disfrutaba de su privacidad y ya no era una más del montón: se había convertido en la estrella del lugar. Solo realizaba un espectáculo cada noche y, lo más importante, no tenía que lidiar con ningún hombre borracho intentando tocarla. El Diablo, el nuevo vigilante al que había oído llamar así, se encargaba de ahuyentar a cualquiera que se acercara sin permiso. Alto, con una mirada vacía y un cuerpo fuerte, su simple presencia inspiraba respeto y temor.
Sin embargo, había algo que la perturbaba constantemente. Habían pasado varios días desde que se cruzó con Elías y no había recibido noticias de él. Lo entendía: un hombre tan influyente y peligroso debía tener muchos asuntos que resolver. Aun así, en su interior anhelaba volver a verlo.
Recordaba cada aspecto de aquella velada: su agarre firme, su aroma a cuero y whisky, su voz profunda llamando su nombre. Al cerrar los ojos, experimentab