CALIPSO.
Miraba hacia Bekah, agradecida de que me hubiese salvado de las garras de Teo. Estaba aterrada, había estado a punto de ser besada por él. No quería eso, no quería volver a sentirme querida por él, no quería volver a abrir mi corazón a nadie más. Aún podía recordar sus palabras, las de la última vez: “mereces que todos te violen, una y otra vez”
Pasé por al lado de Diego, sin tan siquiera mirarle, y continué mi camino hacia el coche de Jonathan, en el que habíamos venido.