Emma
Las tres revistas muestran diferentes fotos: en una estamos en el planetario sonriéndonos, con Oliver a nuestro lado y su rostro pixelado; en otra, los tres estamos fuera de la escuela de Oliver, nuestras manos entrelazadas; y la última captura, nos muestra a punto de besarnos mientras hacemos las compras ayer con Oliver.
No iba a negar que lucimos muy felices en cada imagen, pero mi hijo era el foco de atención.
— “Theo Hamilton, el soltero más codiciado de la ciudad, fue visto en varias ocasiones con una hermosa mujer y un niño paseando por distintos lugares” —lee Margo en voz alta —. “Fuentes cercanas aseguran que el niño en cuestión es un prodigio —señaló la revista —. Todavía no se conoce el nombre de la mujer que logró conquistar el corazón del millonario” —termina de leer con una sonrisa.
— ¡Mierda! —logro articular mientras me dejo caer en la silla.
— Si lo dice aquí, debe ser cierto —señala.
— Ahora todo el mundo en la oficina se va a enterar… y su madre… —la observo —.