Sophia llegó al restaurante La Terrasse Romantique mucho antes de la hora prevista para su cita organizada por Margaret. Desde el último intento, cuando había huido precipitadamente al ver a Alexander, había decidido no cometer el mismo error. Esta vez, estaba decidida a quedarse y a conocer al enigmático nieto, aunque fuera sólo por respeto a Margaret, quien había hecho tanto esfuerzo para organizar este encuentro.
Al entrar en el restaurante, Sophia notó de inmediato la decoración refinada y apacible: luces tenues, velas que difundían un suave resplandor y elegantes arreglos florales en las mesas. Los sutiles aromas de lavanda y madera flotada contribuían a la atmósfera íntima. Se acomodó en un rincón discreto de la entrada, con el corazón latiendo un poco más fuerte. Quería asegurarse de reconocer al hombre antes de que llegara, para e