Aquella mañana, Sophia trabajaba en un nuevo proyecto en su oficina de Reeder Corp. Los días habían estado muy cargados desde el incidente con Clara, pero finalmente se sentía en control. Su total concentración en los bocetos y presentaciones no dejaba espacio para las distracciones… al menos, hasta que un pequeño imprevisto lo cambió todo.
Los trillizos – Ryan, James y Lily – habían insistido en acompañar a su mamá a la ciudad ese día, alegando que querían ver dónde trabajaba. Aunque ella les había explicado claramente que la oficina no era un lugar de juegos, cedió, pensando que pasarían un rato en el parque cercano con la niñera mientras ella terminaba sus tareas. Pero eso fue subestimar la curiosidad de los niños.
No encontrando suficientes distracciones en el exterior, los tres decidieron, como buen trío cómplice, “visitar” a su mamá directamente en su oficina.
Mientras Alexander estaba absorto revisando documentos estratégicos en su amplia oficina, se escuchó una risa inesperada