¿Puede una guerrera ser una princesa? ¿Puede un príncipe heredero curtirse en batallas y bajar de su pedestal de poder? Brenda es una chica que es una bala pérdida, vive al día y no está interesada en ningún tipo de relación sentimental, acepta acompañar a su mejor amiga, Elena a emprender una nueva aventura en el trabajo de sus sueños como entrenadora del gym número uno del país. Lo que no imagina es que su jefe es tan atrayente. Sebasthian Larsson es un heredero acaudalado y cotizado, es ordenado, organizado y discreto Ceo, la prensa lo ha titulado el príncipe americano. Sin embargo él está lejos de sentirse un principe y solo quiere a alguien que lo quiera por quién es como persona. Brenda ya no tiene espacio en su reducido corazón para querer a nadie... No te pierdas esta intensa historia de amor, que nace de lágrimas, sudor y sangre, segunda entrega de la saga chicas de orfanato.
Leer másLa mujer sollozaba sentada en el ruinoso colchón con una bebita llorando en brazos.
—Ya muñequita, ya no llores —le dio de comer a la pequeña criatura de su pecho que se calmó pronto en brazos de su madre, era lo único grande y nutrido que le quedaba a su cuerpo, Lorena aquella que alguna vez fue una beldad consentida y rica, ahora era algo más que un espantapájaros con la ropa raída, el cabello opaco y prácticamente en los huesos, sus bellos ojos del color de la miel ahora expresaban cansancio y hastío que ella no dejaba que notara su hija mayor con apenas 3 años y ahora tenía también una pequeña con 2 meses de nacida, debía escapar, pero no llegaría lejos sin dinero, ella había sido una adolescente consentida, tenía malas amistades y problema de adicción a Drogas y alcohol, conoció a Darío un hombre carismático y bien parecido que proveía de drogas a chicos ricos, ella tenía graves problemas, era rebelde, inmadura y no tenía idea de lo dura que podía ser la vida, Darío la trataba bien, le decía que la amaba, ella se enamoró de él y huyó de su casa y sus lujos por seguirlo, cuando salió embarazada, Darío trató de pedir dinero al padre de ella, pero este se negó y le dijo que ya no tenía ninguna hija, que se fuera olvidando, si creía que conseguiría algún dinero que despertara de ese sueño, ese día Lorena recibió la primera golpiza de Darío, al regresar a casa de sus padres arrepentida y buscando ayuda, su padre la corrió, que se fuera con el padre de la criatura, ya él había enterrado a su hija, Darío se transformó en un hombre despiadado y cruel no se cansaba de culparla de su desgracia, la primera vez que intentó escapar de Darío este la alcanzó, le dio una brutal paliza, poco le importó que estuviera con el embarazo muy avanzado, la llevó arrastrando a casa, que al menos ella debía servirle para mantenerle una comida en la mesa y una cama caliente, luego todo se hizo más difícil, lo poco que podía tomar del dinero que dejaba Darío para el mercado pronto se vio gastado en cosas para sus hijas, una manta incluso de vez en cuando algún pequeño juguete para Brenda su hija mayor, Lorena le tocó enfrentar el más cruel de los infiernos, pero amaba a sus hijas y no perdía la esperanza en que algún día podría escapar y que finalmente sus padres la perdonarían.
—Eso es bonita —susurró a la bebita en brazos—, ven Brenda, mira a tu hermana Belinda, verdad que es muy bonita, tanto como tú, ustedes son mis muñecas.
—Es muy bonita mami, como tú.
—Oh no tesoro, yo era bonita, antes cuando vivía en un bello palacio grande y limpio.
— ¿Cómo una princesa mami?
—Si preciosa como una princesa, pronto cuando tu hermanita este un poco más grande podremos regresar allá, y entonces las tres viviremos como princesas.
— ¿Y tendré juguetes mami y vestidos bonitos?
—Claro mi niña, tendrás todo lo que tú quieras —Un ruido de cerradura llegó hasta la pequeña habitación —Anda Brenda ve acostarte, cierra tus ojos y piensa en que ya eres una princesa, no dejes que papá se dé cuenta que estas despierta.
—Pero mami —dijo Brenda susurrando.
—Ve muñequita, mami te cuida —La mujer se levantó de la cama y dio un rápido beso en la frente de su hija mayor aún con la pequeña pegada a su pecho apagó la luz y fue hacia el espacio más grande de la ruinosa casa que servía de recibidor y cocina, las finas paredes eran de bloque gris y el techo hecho de láminas de zinc que dejaba pasar la lluvia como un colador en invierno, en la cocina rebuscando en las ollas estaba un hombre claramente borracho, le daba la espalda, iba bien vestido aunque un poco desaliñado, era un hombre que cuidaba su aspecto, aunque sencillo porque no disponía del dinero para comprar ropa de más calidad, para su mujer y sus hijas no había dinero para comprarles nada, a duras penas ellas vestían con ropa que le regalaban en la iglesia y si tenían comida era porque el necesitaba que ella le cocinara.
—La comida está servida en la mesa, esta tapada con otro plato.
—Ajá —fue la escueta respuesta.
—Iré acostar a la niña.
—Sí y después vienes para acá, que tu hombre quiere tenerte, aunque ya ni sé que te voy agarrar con lo flaca que estas, no sé dónde quedó la espectacular muchacha que eras, todas son iguales a lo que paren se vuelven feas.
La mujer caminó rápido y dejo a la pequeñita en la cuna, desde el colchón en el piso Brenda muy quieta se hacia la dormida pensando en cómo un hada buena vendría y las llevaría a un reino muy lejano en donde pudieran ser princesas.
Lamentablemente los años pasaron sin éxito para el escape de Lorena con sus hijas, ahora Brenda tenía 6 años y Belinda 3; cuando un dia leyó en un periódico que la empresa de su padre se iba del país, fue a un teléfono público y llamó a su casa, atendió como siempre la cruel ama de llaves, esta le dijo que sus padres se habían ido a España, que la casa estaba en venta y que ahí no quedaba nada ya para ella, a partir de ahí Lorena cayó en una profunda tristeza, toda esperanza abandonada de volver a ser la que un día fue, extrañaba a su madre, la recordaba llorando y rogándole a su padre que no la corriera, hasta que al final su padre la había encerrado y no había dejado que se despidiera de Lorena, sí; su padre también era cruel, nunca lo notó ya que creció rodeada de lujos, ahora lo sabía, entendía y añoraba a su madre, ya que ella misma era tan débil, su espiral de autocompasión solo siguió creciendo hasta que finalmente enfermó y murió de neumonía cuando sus hijas tenían 6 y 9 años, hizo que Brenda le prometiera que cuidaría de su hermanita y que escaparian de su padre apenas tuvieran oportunidad, que no se preocuparan por ella, que iría con la Virgencita, que los ángeles de la guarda las cuidarían. Más fuerte de lo que debería ser una niña de 9 años enfrentó la muerte de su madre con entereza y determinación, tenía una misión, cuidar de su hermana y huir de su padre, después de todo era algo parecido a los cuentos, ella ya no sería nunca una princesa, ahora debía ser la guerrera que librara a su pequeña hermana de las fauces del malvado dragón.
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GRACIAS POR DAR UNA OPORTUNIDAD A ESTA HISTORIA, LAS OTRAS ENTREGAS DE ESTA SAGA CHICAS DE ORFANATO, ESTÁN DISPONIBLES. LAS HISTORIAS:
ELENA DE LARSSON
BELINDA TRAICIÓN Y SALVACIÓN
ESPERO TAMBIÉN QUIERAN LEERLAS
SE LES QUIERE...
KARINA PEÑA DE GONCALVES.
Brenda y Sebasthian eran fotografiados y perseguidos, pero a ellos poco les importaba, tenían incluso fotos de ellos sacándole la lengua en mofa infantil a alguna cámara cuando eran capturados en momentos poco elegantes, como en excursiones en moto con clubes de motociclistas en el sur de Estados Unidos, mientras más los perseguían ellos menos le prestaban atención a los paparazzi, todas las jóvenes románticas admiraban a la hermosa pareja y se solidarizaban con ellos ante la pérdida de su bebé, contrario a lo que pensaron, nadie los criticó por mantener su relación oculta, por el contrario era parte del encanto que envolvía a la pareja, Brenda era la jefa de todos los gimnasios Warriors de los hoteles, todos los gerentes debían entregar cuentas a ella, Sebasthian viajaba seguido, como siempre y ella siempre lo acompañaba, muy pocas veces se separaban, cuando era ella quien tenía que viajar por su fundación, él la acompañaba. Después de 4 años que ahora llevaban de casados, decidieron
El combate había empezado y el contrincante de Sebasthian, el lobo Hati la joya del gym de Odín y mejor peso pesado acababa de machacar a Sebasthian, ambos peleaban con un short de licra, ambos altísimos y con el torso desnudo y muy musculosos, Sebasthian se levantó quedando de frente al público alumbrado por las luces del escenario, Brenda vio en sus oblicuos superior izquierdo un tatuaje, aunque no pudiera ver a esa distancia por los movimientos de Sebasthian, ella sabía exactamente lo que decía, era en honor a ella. — ¡Pégale duro Thor, tú puedes! Gritó Belinda emocionada, haciendo que todos la miraran sorprendidos. Sebasthian acertó 2 golpes que hicieron trastabillar a su contrincante, pero este logró tirarlo a la lona. Elena gritó y metió su cabeza en el pecho de Pablo que daba ánimo a su primo. —Escabúllete, ahora, utiliza tu rodilla —Brenda daba instrucciones en silencio, Sebasthian s
—Bienvenidos sean todos a este recinto, el Centro de ayuda Beatriz Méndez, lugar patrocinado por la fundación Guerreras Valkirias que hoy abrirá sus puertas a todas las mujeres y niños que necesiten de este espacio —Brenda con un vestido de coctel en color rojo con encajes en el corpiño y falda plisada estilo princesa en un podio inauguraba el que sin duda era un albergue importante para ella por estar en la comunidad donde creció, detrás de ella un ring de lucha vacío por el momento, el lugar era una fábrica abandonada y ahora después de los trabajos tenia área de gimnasio y recreación recinto más grande que era donde estaban, varias mesas con invitados especiales, la mayoría representantes de otras fundaciones, algunas personalidades del medio artístico que se identificaban con el propósito de Brenda, y por supuesto su abuela con Belinda y la familia Larsson un corresponsal de Discovery con su camarógrafo mandado por Mónica para promoción de la segunda temporada del progr
—Buenas noches… Brenda llegó al Välsmakande Caracas, cuando Elena la vio, corrió hacia ella dando un grito de alegría, pronto vio a todas partes, debía comportarse. —No me dijiste que llegarías hoy. —Querida hermana mayor, parece que se ha vuelto costumbre no contarnos las cosas. —Brenda ¿Cómo lo sabes? —Vamos a tu oficina para que conversemos mejor. Ya en la oficina y a salvo de ser escuchadas, Elena comenzó a disculparse, jugando con su cabello, como hacía cuando algo le avergonzaba. —Perdón Brenda, sí te lo iba a decir, pero cuando llegaras, no quería hacerte sentir mal. —Eres una tonta, yo no soy de cristal, además me encanta, este niño será mi primer sobrino, mi ahijado y mi consentido, yo no puedo sentirme mal, este bebé será el más consentido de la historia. —Cuéntame ¿Cómo te fue con S
Sebasthian la escoltó hasta la suite presidencial que estaba muy cerca un piso abajo, Brenda se sentía muy mal, sentía que lo había perdido y su orgullo la detenía aunque quería rogarle, aunque no podía frenar las lágrimas que salían una tras otra aunque estaba en silencio, Sebasthian llamó a la puerta y Belinda abrió, cuando los miró se apuró a retirarse, la cara de ambos mostraba lo profundamente heridos y rotos que estaban. —No llores por favor Brenda. —Estoy bien, solo que parece que toda una vida sin llorar ahora me pasa factura. —Volveremos a vernos. Brenda afirmó con la cabeza, Sebasthian quitó con su pulgar una lágrima errante en el rostro de Brenda, la soltó y le dio la espalda, las palabras surgieron de Brenda sin que ella pudiera detenerlas. —Solo dame una razón en verdad valedera para que me rechaces ahora. —Yo no te rechazo Brenda, deja de imagi
Sebasthian la escoltó hasta un ascensor y luego abrió la puerta de su suite, enorme como en todos sus hoteles, los colores dominantes eran el ocre y el verde, era una habitación de caballero, con algo de romanticismo medieval. —Adelante Brenda, ponte cómoda para que puedas seguir insultándome. —Mereces que te insulte —Brenda se sentó en un sofá verde, Sebasthian se arrancó la corbata y quitó el saco, continuó de pie. —Ilumíname… Brenda comenzó a gritar. —No se te ocurra ser condescendiente conmigo, el sarcasmo sobra. —Aquí lo que sobran son los insultos, me debes muchas explicaciones Brenda y ningún insulto. — ¿Qué yo te debo explicaciones? Que hace falta que te diga que tú ya no sepas. —Puedes empezar con explicarme por qué me ocultaste a mi hijo. —Yo no voy hablar de mi hijo… eso me duele demasiado.<
Último capítulo